El pueblo argentino está desencantado. Los ánimos están por el piso luego de una crisis que lleva 3 años, un estancamiento económico que lleva una década y la vuelta al poder de un partido político con las mismas ideas que llevaron a esta decadencia.
Estos factores permiten que las empresas del país no valgan nada y, aun así, nadie las quiera comprar. Desde afuera también hay mucho desencanto con Argentina, fondos que entraron en el pasado perdieron demasiado dinero y, en muchos casos, todavía están trabajando en desprenderse de sus tenencias.
Los últimos 25 años dan cuenta de una economía que creció poco y con mucha volatilidad, y una bolsa de valores que no generó valor para los inversores.
Existen dos grandes puntos que explican por qué la economía creció y la bolsa no:
- La expansión económica estuvo liderada por el crecimiento del sector público, aumentando su tamaño como porcentaje del PBI. Esto requiere más impuestos y, además, más financiamiento absorbido por el gobierno, quedando menos crédito disponible para las empresas.
- El exceso de regulación y costos de cotizar en bolsa, a lo que se suma el ascenso del Venture Capital o financiamiento privado. Esto desalienta que las empresas tecnológicas (“nueva economía”) emitan acciones, un patrón común en todo Latinoamérica.
Más allá de no generar valor en el largo plazo, el Merval mantiene una característica común a todos los mercados: da oportunidades de comprar durante las crisis y vender una vez que la economía comienza a recuperarse.
Las tres crisis anteriores (2001, 2008 y 2012) fueron oportunidad de compra para quien no se ilusionó con un crecimiento de largo plazo y vendió durante la recuperación.
La crisis actual, si bien tiene importantes riesgos de recaídas, está dando signos de finalizar. El nivel de actividad cayó tanto durante las cuarentenas que la simple “flexibilización” de las mismas implicó un rebote económico importante.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) colapsó en los primeros meses de 2020, rebotó con fuerza a mediados del año pasado y, desde entonces, viene registrando tímidas subas mensuales. La vuelta a medidas de aislamiento podría significar un freno, pero difícilmente vuelva a ser tan estricta como a inicios de 2020. Es por esto que probablemente el piso de actividad haya quedado atrás.
Volviendo al mercado, cada crisis argentina tiene sus particularidades. La crisis de 2001 registró la caída más severa, en 2008 se registró la baja más rápida y la crisis actual será aquella con la recuperación más lenta.
El Merval marcó su mínimo más reciente en marzo de 2020, un año atrás. Desde entonces rebotó 72% en los 5 meses siguientes, cayó 36% en un mes, volvió a subir 44% y volvió a caer dos dígitos. Hoy se encuentra 30% por encima de aquel mínimo.
Del mismo modo que cada crisis tiene su particularidad, también tienen algo en común: todas llegan a su fin. Desde marzo de 2020 se registraron varios eventos necesarios, aunque no suficientes, para el fin de la crisis. El gobierno reestructuró su deuda con privados, varias provincias también cerraron acuerdos por sus deudas y, quizás lo más importante, comenzaron las vacunaciones contra el Covid-19.
Queda pendiente llegar a un acuerdo con el Club de París, a otro con el FMI y resolver los importantes desequilibrios monetarios, fiscales y cambiarios (o encontrar la forma de que no exploten en los próximos meses/años, materia en la cual el peronismo tiene una maestría).
En fin, tarde o temprano la economía debería volver a sus valores pre-pandemia, lo cual no implica crecimiento de largo plazo sino una mera vuelta a la mediocridad histórica. En sintonía con ello, el Merval debería volver a su promedio de largo plazo, que está un 130% por encima de los valores actuales, en dólares.
En el largo plazo...
El largo plazo de los mercados desarrollados es relativamente predecible, con instituciones estables y reglas de juego que alientan la innovación y el emprendedurismo, es difícil pensar que la sociedad no genere valor y haya creación de riqueza.
El futuro de Argentina es impredecible. Tanto quienes piensan que estamos condenados al fracaso como quienes aseguran que vamos a mejor puerto, están expresando más un sentimiento personal que una certeza. Es por esto que en este segmento voy a divagar un poco, dejando principalmente algunas ideas sueltas que hacen pensar.
Argentina es un país joven, todavía debatiendo su identidad y dirección. En los últimos años hubo hiperinflaciones, defaults, golpes de Estado y un sinfín de crisis. La pobreza es hoy, al igual que en otros momentos del pasado, superior al 40% de la población. Es difícil ser optimista con este track record.
Pero el problema es también de perspectiva. El progreso sucede demasiado lento (especialmente en Argentina) como para que lo notemos, mientras que las crisis suceden demasiado rápido como para que no las notemos.
Pensando en el pasado, hace 50 años el ciudadano promedio de Argentina era más pobre, tenía menor calidad de vida y era menos productivo que hoy. El país estaba también menos desarrollado. No obstante, comparando contra líderes como Estados Unidos o Europa, nuestro país estaba “menos lejos” en aquel entonces.
Pensando en el futuro, el cambio tecnológico avanza y cada vez es más difícil evitar la transparencia y el escrutinio del sector público. ¿Cuánta gente fue a la cárcel luego del gobierno de Menem? ¿Cuánta luego de 12 años de Kirchnerismo?
Desde nuestra perspectiva, la vida se nos pasa y, como decía Keynes, “en el largo plazo estamos todos muertos”. Pero aquello que para nosotros es un montón (un mandato presidencial, una década) para la historia no es nada. El país sigue madurando, aunque a veces tropiece o tenga recaídas.
En el mundo la humanidad no para de evolucionar, vivimos el mejor momento de la historia.
La situación actual no es tan mala como creemos. Comparando la población mundial, separando por países y su PBI por habitante, Argentina no está tan mal. El país se encuentra dentro de la mitad “más rica” en prácticamente todas las métricas (PBI por habitante, Índice de Desarrollo Humano, contaminación, etc).
Si sentís que la ruleta de la vida te perjudicó por nacer en Argentina, no estás en lo cierto. Tenías muchas más probabilidades de nacer en una familia de campesinos de la India que en el seno de una familia aristocrática de Francia.
¿Por qué entonces el pueblo argentino está desencantado? porque esto que ves es la foto, y el pueblo ve la película, que se parece mucho a una obra de Tarantino.
Gracias por leer!
7 Responses
Buena nota
Muy buen post Camilo!
¡Muy buena nota! ¿Tenés un canal de Youtube o una cuenta de Instagram para seguir?
Gracias Pablo! Solo blog y Tw de momento
Muy buena la nota!
Buen Nota.. Saludos
Decidí quedarme en el país ,mientras toda mi familia se fue a España , muchas veces veo mi equivocación como una realidad y otras veo que arme un proyecto acá , y seguimos caminando y creciendo
Pese a todo ! Es verdad, Argentina aún es un buen país para vivir